¡Claro!
Odio Fonky. Tomás de buró.
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Mis momentos de lectura de esta semana han estado dedicados a La felicidad y el suicidio (Ediciones Bruguera, Barcelona, 2007) de Luis Antonio de Villena. Las páginas de dicho libro sirven de hogar a una serie de ensayos donde el autor traza su postura sobre distintos tópicos relacionados con la muerte por propia mano. Ciertas vivencias personales (citadas en el libro) justifícan el interés de Antonio de Villena por el suicidio. Para poder ahondar en sus propias tesis, el autor trae a colación la vida, obra y mito de varios suicidas y no-suicidas. Entre los distintos ensayos de La felicidad... aparecen, lo mismo, Hemingway, Séneca y Mishima, que ciertos desconocidos personajes con los que tuvo contacto el propio de Villena... entre muchos otros. De entre toda esta suerte de catálogo de personas y métodos suicidas -porque también la soga, la pistola, las pastillas, los riscos, el mar, et al, gritan ¡presente!- hay una mujer que llamó mi atención. Para saber de ella tenemos que remitirnos al segundo ensayo del (a su vez) segundo apartado del libro; el apartado se titula: Vivir encima, y el ensayo lleva por nombre: Suicidio y "dificultad de vivir". Hay dos personajes principales (dos mujeres por cierto) en Suicidio y "dificultad de vivir": Anna Ajmátova (poeta rusa) y Dorothy Parker (poeta, novelista norteamericana). Por el momento dejemos de lado a Ajmátova y enfoquémonos en Parker.
El retrato que Luis Antonio de Villena traza de Dorothy Parker (1893-1967) es el de una mujer apasionada en todos los aspectos; en el laboral, estético, ético y personal. Pero el epicentro de sus sufrimientos estuvo, irónicamente, en ese mismo apasionamiento por la vida. Aún cuando se casó varias veces, los hombres y las relaciones que entabló con ellos, fueron su principal fuente de desdicha y creatividad (¿en ese orden?). Así lo resume de Villena:
Le sedujo el mundo fashion y sus enrevesamientos, quería que la quisieran y no deseaba estar sola, pero comprendió que la soledad profunda es difículmente alterable y que la pareja, a menudo, no es un antídoto contra esa soledad. (Pág. 115)Dorothy Parker es uno de esos personajes en los que Luis Antonio de Villena ejemplifíca alguno de sus puntos de vista sobre el suicidio. En la poeta norteamericana el autor ve un claro ejemplo del tipo de personas donde el impulso tanático y el elan vital combaten de manera más férrea. En un caso como el que nos ocupa NO SE ES totalmente optimista ni perdidamente pesimista... PERO TAMPOCO se es un complacido mediocre; sino todo lo contrario. Es asi como podemos comprender que Dorothy Parker haya atentado cuatro veces contra su vida, pero que al final haya tenido una muerte natural (por un ataco cardíaco a los 74 años). ¿Mala suerte de suicida? ¿Poca pericia suicida? o ¿Buena suerte de sobreviviente? ¿Mucha técnica vital? El autor de La felicidad y el suicidio explica esta suerte de ironía en la vida de Parker de la siguiente manera:
Quizá busco más el grito que el precipio, y lo que quería decir -además del inasible "quiéreme"- es que estaba cansada y que no era feliz. Es muy citado un poemita suyo -de hacia 1930- que da cuenta del suicidio y su rechazo. Se titula en francés "Résumé" (Resumen) y lo doy en mi propia traducción:Las navajas duelen;
el río está húmedo.
El ácido mancha;
la droga da calambres.
La pistola no es lícita;
los nudos atrapan.
Huele fatal el gas;
quizá vivir, ¿no?
(Pág 114)
Vaya "poemita" el que nos heredó Dorothy Parker; muy coherente con una mujer que deseaba que junto a sus cenizas se leyera el siguiente epitafio: "Perdon por el polvo". Nadie se atrevió a cumplirse ese deseo.
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Leyendo esas líneas de Dorothy Parker me fue imposible no recordar El Suicida, penúltimo track del Odio Fonky (1994) de Jaime López y José Manuel Aguilera. Uno de mis discos favoritos, y el cual muy a menudo anda rondando por mi mente -de ahí la rapida asociación de nombres-.
El Suicida es uno de los tres diálogos (los otros dos son Indian Summer y El Recado) que se encuentran esparcidos entre los dieciséis tracks que forman el desparpajado, pero genial Odio Fonky. El pequeño monólogo de El Suicida (al igual que Indian Summer) aparece acreditado a José Joaquín Blanco, pero es muy parecido a Resumen de Dorothy Parker. Di una repasada a distintos textos que tengo, donde se habla de la gestación del Odio Fonky, y en ninguno de ellos se nos dice de dónde provienen los textos con los que contribuyó José Joaquín Blanco. Si se comparan los textos de Parker y de Blanco el parecido salta a primera vista.
El suicida de José Joaquín Blanco.
Las navajas sí, pero... hieren
los rios sí, pero... mojan
los acidos sí, pero... manchan
las drogas sí, pero... entumen
las pistolas son ilícitas
con la horca, una saca la lengua
el gas... sí... pero huele feo
mejor hacerse a la idea de...
vivir.
los rios sí, pero... mojan
los acidos sí, pero... manchan
las drogas sí, pero... entumen
las pistolas son ilícitas
con la horca, una saca la lengua
el gas... sí... pero huele feo
mejor hacerse a la idea de...
vivir.
Resumen de Dorothy Parker (en la traducción de Luis Antonio de Villena)
Las navajas duelen;
el río está húmedo.
El ácido mancha;
la droga da calambres.
La pistola no es lícita;
los nudos atrapan.
Huele fatal el gas;
quizá vivir, ¿no?
Mi teoría es la siguiente: el monólogo de El Suicida fue tomado de una traducción que José Joaquín Blanco hizo de Resumen de Dorothy Parker, pero que por error fue tomada como original del propio Blanco. Buscando en el blog del propio José Joaquín Blanco, encontré la ficha de un libro suyo tituado Se visten novias: somos insuperables (Cal y arena, México 1993), y uno de sus apartados se titula: Como Dorothy Parker.
El libro apareció un año antes que Odio Fonky, quizás ahí esté la explicación de este asunto. ¿Qué opinan ustedes?
P.D. Una vez que estaba leyendo sobre la postura que tenían los estoicos respecto al suicidio, se me ocurrió el siguiente intento de aforismo:
Para ser una puerta falsa, resulta curioso que siempre esté abierta.
P.D. Una vez que estaba leyendo sobre la postura que tenían los estoicos respecto al suicidio, se me ocurrió el siguiente intento de aforismo:
Para ser una puerta falsa, resulta curioso que siempre esté abierta.