I left the North again
I travelled South again
And I got confused - I killed a nun
I travelled South again
And I got confused - I killed a nun
I can´t help the way that i feel
The Smiths - Is It Really So Strange?
The Smiths - Is It Really So Strange?
Estoy leyendo, por primera vez, El tambor de hojalata de Günter Grass (n. 1927). ¡Vaya obra! No se si exista una definición precisa de "escritor", pero estoy seguro que entre las características que avalan esa acepción debe estar la siguiente: "alguien que puede mantener una historia interesante por más de 600 páginas." Grass lo logra... y con creces.
Dentro del libro titulado Guía de las letras y autores contemporáneos (Sturrock, John (compilador) FCE, México 2001) el alemán Rhys Williams (profesor del University College en Swansea) dedica su aportación a hablar de la literatura moderna de su país. En las primeras líneas de dicho apartado (el número XXIII) Williams habla del ambiente post-segunda guerra mundial en la literatura germana, y entoces nos dice como el proyecto gubernamental "Westintegration" (que buscaba la occidentalización de Alemania y que a la postre puso los cimientos ideológicos para la literal división del país) trajo resultados ambivalentes en la mentalidad de los escritores. Esa camada de escritores rechazaba el lado político del "Wesintegration", pero mostraba su apoyo al lado cultural (visión cosmopolita) de dicho programa. Es debido a ese agrado hacia lo cosmopolita que la literatura alemana que floreció después del fin de la Segunda Guerra Mundial tuviera grandes rasgos extranjeros. Rhys Williams habla del gran influjo que autores estadounidenses como Hemingway o Faulkner, o de la armada existencialista francesa, encabezada por Camus y Sartre, tuvieron en la obra de alemanes de post-guerra como Alfred Andersch (1914 - 1980). Aunado a ese influjo extranjero, también llegó un sentimiento, una actitud de desconfianza ante la Historia y la Política. Algo totalmente comprensible, me arriesgo a decir que hasta LÓGICO. La unión de estos dos factores (visión cosmopolita y desconfianza hacia lo político) dieron como resultado que la literatura alemana de los 50`s se decantara hacia "ideas existencialistas ahistóricas" (Pág. 500).
Lo anterior fue el zeitgeist de los 50`s alemanes. Para los 60`s los vientos soplaron hacia otros rumbos. Rhys Williams nos señala como en la Alemania de esa época, el gobierno tenía muy en mente el importante papel que la literatura juega a la hora de crear una identidad nacional. Y si algo resultaba imperioso en esos tiempos, era la necesidad de una identidad alemana. Más ahora la identidad nacional tenía que abrevar de lo folklórico y lo moderno, de lo nacional y lo extranjero... de las tradiciones y de las tendencias.
Pues bien, ese era, a grandes rasgos, la escena literaria donde irrumpió Günter Grass y su Tambor de hojalata. Dejemos que el experto hable; Rhys Williams nos dice:
La literatura alemana occidental de los años sesenta se inició en 1959 con la publicación de El tambor de hojalata de Günter Grass (n. 1927), novela que constituyó un rumbo nuevo para saldar un buen número de cuentas: primero, inició una confrontación con el pasado alemán inmediato, no deshistorizándolo sino colocando los acontecimientos históricos en un lugar y tiempo específicos. El Danzing de Grass es alemán e intensamente personal, a medida que evoca las vistas, los sonidos y los olores de la ciudad. Sin embargo, simultáneamente un narrador omnisciente nos informa en tercera persona acerca de un personaje, Oskar Matzerath, figura evasiva y autoexculpante que resulta obligada, a su vez, a narrar su pasado en forma de confesión. El cambio en la voz narrativa, la ambivalencia en la postura moral del libro, la decisión de recordar un Danzing alemán cuando se tiene conocimiento pleno de la existencia de la ciudad polaca de Gdansk, todo ayuda a convertir El tambor de hojalata en una contribución extraordinaria a un sentido nuevo de la identidad alemana oriental y occidental. ( Sturrock, John (compilador). Guía de las letras y autores contemporáneos. FCE, México, 2001 Pág. 501)
Dentro del libro protagonizado por el pequeño (por convicción propia) Oskar Matzerath se vive esa lucha antitética que se da entre las ruinas y los cimientos frescos. Pero, a su vez y de manera muy hegeliana, se topa uno con los brotes de una sociedad nueva. En El tambor de hojalata se lee (y por ende se ve; porque leer es ver) aquella síntesis que supera gracias a que conserva algo de la fase anterior: el aufhebung que tanto enarboló el filósofo Hegel "El campeón del concepto" (véase La fenomenología del espíritu).
Al adentrase en el árbol genealógico del tamborilero Oskar Bronski (también Bronski, non sic) las tradiciones alemanas cruzan su camino con el empuje de un mundo moderno.
Por ahora voy rebasando la página 400, y estoy terminando el capítulo titulado Inspección del hormigón, o místico bárbaro aburrido. En dicho capítulo se desarrolla una escena bastante trágica y que, a la par, da fe y legalidad de ese cruce entre lo tradicional y lo moderno: se narra el asesinato de cinco monjas por orden del general alemán Herzog y perpetrado por el atribulado soldado-artísta Lankes.
El antecedente de la escena es el de un puñado de monjas que juguetean cerca de una zona de búnkers alemanes.
La escena va así:
(Las monjas desaparecen. Sólo de vez en cuando aparecen al fondo sus paraguas. El disco se acaba. Junto a la entrada del búnker suena el teléfono de campaña. Lankes salta del techo del búnker y coge el auricular. Los otros comen.)
ROSWHITA: ¡Que hasta aquí, en pleno campo, haya un teléfono!
LANKES: Aquí Dora-siete. Soldado de primera Lankes.
HERZOG: (entra lentamente por la derecha, con teléfono y cable, se detiene con frecuencia y habla por el teléfono): ¿Está durmiendo, soldado Lankes? Hay algo que se mueve delante de Dora-siete. ¡Se ve con claridad!
LANKES: Son monjas, mi teniente.
HERZOG: Qué quiere decir monjas. ¿Y si no lo son?
LANKES: Es que lo son. Se ve con claridad.
HERZOG: ¿No ha oído hablar nunca de camuflaje, verdad? ¿De la quinta columna? Los ingleses llevan haciéndolo siglos. Vienen con la Biblia y ¡de repente un estampido!
LANKES: Están cogiendo cangrejos, mi teniente...
HERZOG: ¡Despeje la playa enseguida! ¿Entendido?
LANKES: A la orden, mi teniente. Pero sólo están cogiendo cangrejos.
HERZOG: ¡Póngase tras su ametralladora MG, soldado Lankes!
LANKES: Pero si sólo buscan cangrejos, porque hay marea baja y son para su jardín de infancia...
HERZOG: Es un orden...
LANKES: ¡A sus órdenes, mi teniente! (Lankes desaparece en el búnker. Herzog sale con el teléfono por la derecha.)
OSKAR: Roswitha, tápate ambos oídos, por favor, porque van a disparar como en los noticiarios.
KITTY: ¡Qué horrible! Me anudaré más.
BEBRA: Casi creo también que vamos a oír algo.
FELIX: Deberíamos volver a poner el gramófono. ¡Eso suaviza algunas cosas! (Pone el gramófono; los Platters cantan The Great Pretender. La ametralladora, adaptándose a la música, que se arrastra trágicamente, tabletea. Roswitha se tapa los oídos. Felix hace el pino. Al fondo, cinco monjas vuelan al cielo con sus paraguas. El disco se para, se repite, luego silencio. Felix deja de hacer el pino. Kitty se desanuda. Roswitha mete apresuradamente el mantel, con los restos del desayuno, en el cesto de provisiones. Oskary Bebra la ayudan. Todos dejan el techo del búnker. Lankes aparece en la entrada del búnker.)
LANKES: ¿No tendría mi capitán otro cigarrillo para un soldado de primera?
BEBRA: (con su gente, temerosa, detrás de él): El señor soldado fuma demasiado.
(...)
(Grass, Günter. El tambor de hojalata. Traducción de Miguel Sáenz. Alfaguara, México, 2009. Pág. 383-384)
______________________
Un acetato que contiene una canción de R&B americana... The Great Pretender... el mayor hit de un grupo de música conformado por personas afroamericanas... ¿Los Platters como macabro soundtrack de una matanza nazi?
¿Alemania occidentalizada? Para muestra un botón
El antecedente de la escena es el de un puñado de monjas que juguetean cerca de una zona de búnkers alemanes.
La escena va así:
(Las monjas desaparecen. Sólo de vez en cuando aparecen al fondo sus paraguas. El disco se acaba. Junto a la entrada del búnker suena el teléfono de campaña. Lankes salta del techo del búnker y coge el auricular. Los otros comen.)
ROSWHITA: ¡Que hasta aquí, en pleno campo, haya un teléfono!
LANKES: Aquí Dora-siete. Soldado de primera Lankes.
HERZOG: (entra lentamente por la derecha, con teléfono y cable, se detiene con frecuencia y habla por el teléfono): ¿Está durmiendo, soldado Lankes? Hay algo que se mueve delante de Dora-siete. ¡Se ve con claridad!
LANKES: Son monjas, mi teniente.
HERZOG: Qué quiere decir monjas. ¿Y si no lo son?
LANKES: Es que lo son. Se ve con claridad.
HERZOG: ¿No ha oído hablar nunca de camuflaje, verdad? ¿De la quinta columna? Los ingleses llevan haciéndolo siglos. Vienen con la Biblia y ¡de repente un estampido!
LANKES: Están cogiendo cangrejos, mi teniente...
HERZOG: ¡Despeje la playa enseguida! ¿Entendido?
LANKES: A la orden, mi teniente. Pero sólo están cogiendo cangrejos.
HERZOG: ¡Póngase tras su ametralladora MG, soldado Lankes!
LANKES: Pero si sólo buscan cangrejos, porque hay marea baja y son para su jardín de infancia...
HERZOG: Es un orden...
LANKES: ¡A sus órdenes, mi teniente! (Lankes desaparece en el búnker. Herzog sale con el teléfono por la derecha.)
OSKAR: Roswitha, tápate ambos oídos, por favor, porque van a disparar como en los noticiarios.
KITTY: ¡Qué horrible! Me anudaré más.
BEBRA: Casi creo también que vamos a oír algo.
FELIX: Deberíamos volver a poner el gramófono. ¡Eso suaviza algunas cosas! (Pone el gramófono; los Platters cantan The Great Pretender. La ametralladora, adaptándose a la música, que se arrastra trágicamente, tabletea. Roswitha se tapa los oídos. Felix hace el pino. Al fondo, cinco monjas vuelan al cielo con sus paraguas. El disco se para, se repite, luego silencio. Felix deja de hacer el pino. Kitty se desanuda. Roswitha mete apresuradamente el mantel, con los restos del desayuno, en el cesto de provisiones. Oskary Bebra la ayudan. Todos dejan el techo del búnker. Lankes aparece en la entrada del búnker.)
LANKES: ¿No tendría mi capitán otro cigarrillo para un soldado de primera?
BEBRA: (con su gente, temerosa, detrás de él): El señor soldado fuma demasiado.
(...)
(Grass, Günter. El tambor de hojalata. Traducción de Miguel Sáenz. Alfaguara, México, 2009. Pág. 383-384)
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Un acetato que contiene una canción de R&B americana... The Great Pretender... el mayor hit de un grupo de música conformado por personas afroamericanas... ¿Los Platters como macabro soundtrack de una matanza nazi?
¿Alemania occidentalizada? Para muestra un botón
The Platters - The Great Pretender ( 1955)
Oh si, soy el gran simulador
disimulo tan bien
Es tal mi necesidad
que disimulo demasiado
estoy solo, pero a nadie se lo puedo decir
disimulo tan bien
Es tal mi necesidad
que disimulo demasiado
estoy solo, pero a nadie se lo puedo decir
Oh si, soy el gran simulador
A la deriva en mi propio mundo
juego, pero para mi gran verguenza
me has dejado para que llore a solas
A la deriva en mi propio mundo
juego, pero para mi gran verguenza
me has dejado para que llore a solas
Este sentimiento inventado es tan real
tan real cuando siento que mi conrazon no lo puede disimular
tan real cuando siento que mi conrazon no lo puede disimular
Oh si, soy el gran simulador
Solamente alegre y risueño como un payaso
parezco ser aquello que tu no ves
estoy usando mi corazón como corona
Solamente alegre y risueño como un payaso
parezco ser aquello que tu no ves
estoy usando mi corazón como corona
Tan real cuando siento que mi corazon no lo puede ocultar
Oh si, soy el gran simulador
Solamente alegre y risueño como un payaso
parezco ser aquello que tu no ves
estoy usando mi corazón como corona
simulando que tu estas...
simulando que tu estas por aquí.
_________
P.D. Como nota curiosa, y a manera de señalar una errata de Günter Grass: La escena de la matanza de las monjas, según la trama, se desarrolla durante el 10 de junio de 1944, pero, pero.... según Wikipedia Los Platters lanzaron The Great Pretender, como sencillo, el 3 de noviembre de 1955. Grass está desfazado por once años. Minucias... minucias.