viernes, 30 de septiembre de 2011

Manualidad de Jeget # 4: Periodo refractario = Muerte súbita

Mujer- Oye, ¿y qué onda con eso?
Hombre- Mmmmm. No vayas a empezar. Recuerda la última vez: tardé como media hora buscándolo, y nada más no lo podía encontrar. Por eso hoy no me lo quité. ¿En verdad te molesta tanto?
M- No,  no, ese no. Yo estoy hablando del meñique.
H- ¿Del chiquito?
M- Sí… del chiquito.
H-……
M- ¿De que te ríes?
H- Ya ves que yo soy un mentiroso, y que todo lo que digo es mentira. Pensab…..
M- Eso es lógicamente imposible.
H- Me caga cuando lees a Russell. Bueno, estaba pensando en que si fuera más gandalla te podría inventar una superhistoria sobre la herida de mi dedo meñique, y te la creerías toda.
M- ¡Ja! Eso si que lo quiero ver… oir, oir, oir. Desembucha.
H- Pues mira, lo que pasa es que la otra noche –ya en la  madrugada- me despertaron unos ruidos extraños, que provenían de la recamara de Sarahí.
M- Buen inicio, buen inicio. Muy común, pero con gancho.
H- Sigiloso como soy, me deslice hacia la recamara de mi hija. Abrí lentamente la puerta, para así no hacer ruido.
M- ¡Eso no es cierto! Es totalmente lo contrario, cuando abres lentamente la puerta, hace más ruido. Rechinan todas y cada una de las bisagras. ¿Si lo has notado?
H- Sí, sí, sí. Pero dame un poco de licencia poética mija. ¡Te digo!
M- Ok, concedida la licencia poética. Ya puede usted dejar de laborar en la poesía informal.
H-Jajajajajajajaa. Esa si que estuvo buena. Bueno, bueno, ya. La puerta no sonó, y ya… Ok. Empecé a querer vislumbrar algo entre la espesa negrura que inundaba aquella recamara. Pude sentir como mis pupilas se abrían al máximo. Lo primero que llamó mi atención fueron dos puntos brillantes que, ascendían lentamente por –ya mirando fijamente- uno de los laterales de la cuna de Sarahí.
M- Vaya. ¿Y?
H- Ya totalmente instalado en mi visión nocturna –Night shot para los conocedores - pude ver exactamente lo que eran aquellos dos puntos: eran el brillo que desprendían los ojos de una enorme rata. Grande, gorda y grisácea (como las tres “B”… pero en “G”) pero del gris más gris que exista entre los grises. Era opacamente parda.
M- Porque de noche todas las ratas son pardas.
H- Así es. Tenía incompleta la oreja izquierda. Y sus gruesos bigotes sólo eran opacados por dos inmensos dientes que sobresalían de su labio superior. A pesar de la oscuridad, se podía seguir la sinuosa línea que trazaba su larga y rosada cola (porque era de color rosa, aclaro). Era u-n-a  r-a-t-a. Que digo “rata”, era una rrrata.
M-Era LA IDEA de rata subiendo por uno de los costados de la cuna de tu hija.
H- Me caga cuando lees a Platón. Pues sí, era LA rata, y por lo visto tenía en mente hacerle daño a mi hija. Y yo, como padre celoso que soy, no lo iba a permitir. Así que me abalance sobre ella y con todas mis fuerzas la agarre del cuello.
M- Mmmmm ¿Las ratas tienen cuello?
H- Esta sí, y vaya cuello. En cuanto sintió mi sorpresivo ataque, ella también atacó. Y para no desentonar, con dos de sus patas también me tomo del cuello. No te burles, las ratas son el equivalente actual al Tiranosaurio Rex. Y lo digo porque esta rrrata me apretó con mucha fuerza.
Forcejeamos y caímos al suelo. Como pude la saqué del cuarto de Sarahí y nos enfrascamos en una ardua pelea en el pasillo. Yo la sometía y ella respondía. Ella me chillaba enseñándome sus enormes dientes, y yo le chillaba enseñándole los míos.
M- ¿Y ni así se rindió? Digo, aquí entre nos, no tienes una dentadura muy agraciada querido.
H- Así de aferrada era la rrrata. Llegó el momento en que todo parecía perdido. Ella estaba encima de mí,  y tenía la victoria en sus poderosas patas de Tiranosaurio Rex. Pero, de pronto, recordé que siempre duermo con una trampa para ratas (ACME) en uno de los bolsillos de mi pijama.
M- Huyyyyy, eso si que es peligroso. ¿Qué no te da miedo de que en la madrugada pesques algo más que una rata? Como se nota que no aprecias tu hombría.
H-Así de temerario soy. Mi segundo nombre es Peligro.
M- Te conozco desde niño y se que no tienes segundo nombre.
H- Pues desde esa noche lo tengo; y es Peligro.
M- Ok, ok. Y que más pasó Mr. Danger. Síguele.
H- Recordé la trampa de mi bolsillo, y en un movimiento rápido la saqué y….
M- Hey, hey, hey. Haber, haber, no que tenías tus dos manos en el hipotético cuello de la rrrata. ¿Cómo sacaste la oportuna trampa para ratas? Explicame eso Monseiur…. Danger.
H- ¡Ja! No sabes como se dice “peligro” en francés. Se dice…. Ok yo tampoco lo sé, pero ese no es el punto. Y en lo que respecta al asunto de mis manos y la trampa, sólo te pido que leas ocho diálogos arriba. Ya casí, ya casí…. Ahí parate. ¿Si ves donde dice “todo parecía perdido”? ¿Sí? Pues eso quiere decir que yo estaba totalmente siendo abatido por la rrrata. Y eso quiere decir que me encontraba desfallecido, con indicios de desmayo, y con unos –muy en ciernes- signos de un estado comatoso. En resumen mija: mis inertes brazos caían por mis costados. Ipso facto… estaban libres. OK
M- Ok, ok, ok. Muy dramático y fantoche, pero coherente. Prosigue.
H-¿Prosigue? Por qué no mejor sólo “sigue”, bueno allá tú. Mmmmm, ya, ya, ya. Saqué la trampa para ratas del bolsillo de mi pijama, y sacando fuerzas de flaqueza, hice un movimiento rápido con el cual le puse a la rrrata la trampa como cinturón. El chillido fue desgarrador.
M- ¿Y eras tú o la rata?
H- Por su puesto que la rata. Elemental querida, e-l-e-m-e-n-t-a-l.  En ese mismo momento sentí como las patas de la rata ya no ejercían en mismo poder sobre mi cuello. Caímos los dos en cámara lenta. Pero, aun suspendida en el aire – y como despedida- la rata alcanzó a morderme el nudillo del meñique. Caímos totalmente al suelo, y ya en el piso, pude ver como la rrrata saltaba por la ventana que da hacia el patio, llevándose un muy molesto ula-ula como regalo de mi parte.
M- ¡Vaya! Esa sí que es una historia que me hubiera tragado en-te-ri-ta-…
H-SHHHHHHHHHHHH. Haber, recuérdame en que momento dije:  “fin”.  No verdad, no lo dije. Entonces por qué me interrumpes. ¡Te digo!
Con todo el barullo que habíamos armado, la rrrata y yo, despertamos a mi mujer. Salió de nuestra recamara, sumamente asustada y me dijo: “Escuche como que te estabas peleando con una rrrata”
Y le dije: “Así es mi amor, así fue”
Y me contestó: “Mira tu meñique. Estas herido. Debemos ir a urgencias. Rápido, despierta a la niña.”
M- Vaya siempre se preocupa por ti. Y ya en urgencias ¿qué paso?
H- Pues me atendió un doctor con un semblante sumamente serio. Le explique lo ocurrido: los ruidos, la oscuridad, la cuna, la rrrata… yo. Y me dijo: “Mmmmm, “mordedura de rrrata” lo siento amigo, pero usted tiene la Peste negra.”  Y yo –ya instalado en la etapa de negación- le dije: “No, no lo acepto. Quiero una segunda opinión.” Y me dijo el doctor: “Ok. Usted tiene la Peste negra… y además está muy feo”.
M- Jajajajajajajaja ese es clásico. Nunca falla ¿verdad?
H-Jajaj no, no nunca falla.
H &H- ¡Callense! ¡No dejan dormir!
M- ¡A dormir a sus respectivas casas! ¡No se hagan pendejos!
H- Ya, ya, ya. Tú tienes la culpa. No te rías como si estuvieras en tu casa.
M- Precisamente, PORQUE NO ESTOY EN MI CASA,  es que me rio así.
H-Ok, ok.
M- ¿y? qué ya se acabó. Fuiste a pedir una segunda opinión, y entonces….
H- Deje al doctor de semblante serio hablando solo. Mientras salíamos corriendo (mi esposa, la niña y yo) de ese hospital, el doctor me gritaba un montón de bibliografía para consultar sobre la Peste negra. Inclusive creo que le escuche mencionar uno o dos discos de Black Metal. Pero bueno, fuimos en busca de una segunda opinión, y llegamos al consultorio de un doctor con semblante…. más amable. Le explique to…
M- sí, sí, sí…. ruidos, sombras, rrrata y tú. ¿Y? adelante caminante. Muévete como hace rato.
H- Ok, ok. El doctor amable me revisó, me abrió los ojos, la boca, tú sabes: lo de rutina. Después de tomar algunas notas, muy amablemente me dijo: “Hay discúlpeme, pero… usted tiene rabia”. Eso me sonó más lógico (rrrata VS hombre), más cotidiano, pero aun así respingué: “No, no lo acepto. Quiero una tercera opinión” Y el doctor amablemente me dijo: “Usted tiene rabia, es muy feo ¡hay! pero huele bien rico!!”.
M- Jajajajajajajaja. Síguele buscando, síguele. Recuerda que el que busca… encuentra.
H- Este  doctor me dio más desconfianza que el otro. Y no por lo amable, sino por mentiroso. Digo, tú sabes de las rencillas que tengo con los desodorantes. Ellos no me caen bien, y ni yo a ellos. Mejor de lejecitos.
M- Lo sé, lo sé, lo siento y lo huelo. ¡Ja! Touche.
H- Exacto. Total, dejamos atrás al doctor amable, y ya en nuestra desesperación fuimos a caer con una botarga del doctor Simi. Antes que nada, me mostró su titulo, cedula profesional y curriculum viate. Y sí, si estaba autorizado para ejercer la botargiología.  Me osculto… ruidos, rrrata, bla, bla, bla
M- Ándele, que le cuesta.
H- … y me dijo: “Usted tiene una simple herida en su meñique. Con un curita basta.” Le dije a la botarga: “Hasta que encuentro a un profesional sensato.  Eso sí lo acepto”.  Entramos a la farmacia donde estaba la botarga –me imagino que él era el dueño. Digo se parecía mucho al dibujito que estaba en todos los frascos-  pedí un curita pero….
M- ¿Qué?
H- No tenían. No había curitas.
M- Noooo, que desgracia. ¡Oh la humanidad!
H- Lo sé, lo sé. No tenían curitas, pero lo bueno que tenían muchos monaguillitos en bodega. Así que para compensar compré diez y me los puse. Y hasta ahorita, la herida está sanando muy bien. ¿Ves? Ya está cicatrizada.
M- ¡Dios bendiga a los monaguillitos!  Que no son lo mismo…
H&M. … ¡pero son más baratos!
MM&H- ¡Que se callen… qué no entienden!
M- Huyyyy que pesados. Oye ya fuera de broma… ¿qué te paso en el meñique?
H- El domingo pasado me puse a pintar el patio, y no me di cuenta de que el cepillo tenía una rebaba de plástico en el mango. Así que con cada pintada que daba, me lastimaba el meñique. Cuando menos pensé, ya tenía una ampolla en el nudillo. Se reventó y… pues después cicatrizó.
M-……
H-…….
M- Mmmmm, sabes mejor que quedo con la rata.
H- Si verdad, es más interesante.
M- No, no me refiero a esa rata. Estaba pensando que mejor no me voy a divorciar de mi marido. Ha como están las cosas, y ha como ando ahorita. No, no quiero más broncas. Mejor le seguimos así, ¿no?
H- Mmmmm, eso es aun más interesante.
M-…….
H-………………
M-……………………
H-………………………………
M- Qué… ¿ya?
H- ¡Zas! Va de nuez.

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Shhhhhh, shhhhhh, hey, mejor dejamos solos a nuestros amigos. Porque si el uno es el número más solitario… el tres es el número más incomodo. Además, en una noche como esta ha de haber cientos de otras cosas que mirar. Quizás, hasta más interesantes.
Por ejemplo, allá en la ventana de aquella casa. Sí, la última de la esquina. La que está pegada a la barda perimetral del coto. Se ve que alguien está en la sala mirando el televisor. Es un tipo, mmm... nada fuera de lo normal. Común como todos (por eso mismo se dice “comunitario”), como tú, como yo, como nosotros.  ¿Quién demonios ve infomerciales a esta hora? O una de dos: o en verdad está interesado en comprar un quemagrasa –aun cuando es muy delgado, demacrado diría yo-, o está esperando a alguien. Por la forma tan rabiosa en que dice: “posada… ¡posada madres! Esta pinche vieja me va a oír”, podemos deducir que espera…. a su tía. Así de perspicaces somos ¿verdad? Pero vamos, una escena así es muy cotidiana. Busquemos algo más.
Que les parece allá arriba. En aquella ventana del segundo piso. Si nos subimos en la rama de este árbol podemos husmear mejor. Según me contaron, en este árbol fue donde algunos años atrás se apareció la Virgen. Se manifestó en forma de polilla. ¡En serio! Después de dos semanas de iniciada la plaga, la podrida madera se asemejó a la Virgen de Fátima, después a la Virgen de Zapopan, después a la Virgen María, y por último a Carlos Salinas de Gortari. Ahí se acabó la fama. Ya saben como es la gente, nunca perdona. Pero bueno sólo les digo esto para que tengan cuidado al pisar, porque este árbol ya tuvo polilla.
Ok, ya aquí podemos ver mejor. Haaaa esto pinta para estar bueno. Si ven las dos lucecitas rojas de aquella esquina. Síganlas con la mirada. Parece que suben por…. sí, sí amigos, es una cuna.
Jeget den Enkelte.
 08/01/2010




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