lunes, 7 de febrero de 2011

Murio el autor de Wild Frontier!!.. ¿nada?, bueno Gary Moore ha muerto...¿tampoco?... falleció el que canta Still got the blues. Haaaaa verdad!

Si esto fuera un texto serio, y tuviera como destino las honorables manos de algún grupo de eruditos (porque todo erudito es honorable, ¿no? de no ser así entonces olvidémonos de cualquier clase de humanismo) tendría que estar rotulado con un titulo como el siguiente:
De la muerte como motor de conocimiento.
Titulo rimbombante y con apariencia de seriedad. En el corpus de este texto se hablaría de cómo la muerte de una persona, una moda, una era, etc… nos despierta el hambre de conocimiento. Por ejemplo apenas se anuncia la muerte de un artista y entonces queremos saber todo sobre el sujeto en cuestión. Pareciera que no ha habido una persona que haya sido más famosa en vida que muerta. Todos hemos caído en esta dinámica. El año pasado, apenas me enteré de la muerte del músico Jay Reatard y en seguida entré a su página de internet a bajar todo lo que tenia disponible: su primer cassete demo digitalizado, así como algunos Ep´s y canciones sueltas (tiene un muy buen cover de Frances farmer will have her revange on Seattle de Nirvana).


http://www.jayreatard.com/
Inclusive pensé en comprar el único disco de él, que se ha editado en México (Wath me Fall), pero cuestiones monetarias y el paso de esa fiebre post-mortem me lo impidieron. Antes de enterarme de su muerte es posible que no me haya interesado tanto en conocer su música (la cual no está nada mal).  Yo se que no todo lo que escuchamos o conocemos proviene de personajes muertos, pero sin lugar a dudas el fallecimiento ofrece un macabro plus a nuestro curiosidad.
Esto viene a colación porque hace apenas unas horas acabo de leer la noticia del fallecimiento del guitarrista Gary Moore.

 Gary Moore, un músico que sería un total desconocido por estos lares, de no ser por la gran rotación que tuvo una de sus canciones, la cachonda Still got the blues. Dicha canción (que da titulo al disco que Moore publicó  en 1990, esto según la noticia que leí, antes yo no lo sabía) era frecuentemente tocada (mínimo dos veces diarias) en una estación de clásicos de esta ciudad. Si alguien se sabe el nombre de Gary Moore es porque ha escuchado esa canción, y todo conocimiento sobre él se limita a esa tonada blusera. No lo dudo y existan personas que conocieran algunas otras canciones, pero son los menos, créanmelo. Yo mismo, antes de leer la noticia de su muerte no sabía nada de él, allende a Still got the blues. Por ejemplo, no sabía que antes de su carrera como solista, era el guitarrista de Thin Lyzzy.

Si no fuera porque me enteré de su muerte, nunca hubiera recordado que entre un montón de Lp´s que llegaron a mis manos (y que no son míos) hay uno que se titula Wild Frontier y que pertenece a la discografía de un tal Gary Moore (antes de la noticia nunca había conectado al cantante de  Still got the blues con el nombre que aparece en la portada del Lp mencionado). Fue entonces cuando busque ese acetato con la portada de un tipo que, con guitarra Gibson en mano, nos arroja una mirada retadora. Lo encontré, lo desempolvé, lo escuché y entonces les presento una reseña de esa desconocida obra.

Toda la estética del Lp es de motivos agrestes, por ejemplo la contraportada de Wild Frontier nos muestra a una figura vestida en una especie de hábito o capa que está parada en medio de una rustica colina con vistas hacia la nada. La funda que protege al acetato sigue los mismos motivos campestres  y no da una imagen a blanco y negro de una cerca que divide a un campo seco de otro campo igual de seco. El disco está fechado en el año 1987 por la disquera Virgin y los tracks que lo conforman son los siguientes:
Lado A.
Over the hills and far away. 5:19
Esta canción abridora inicia con una bacteria a todo galope, aunque ya con la llegada del bajo y la guitarra, el ensamble total no deja de sonar ochentero, es decir suena a un rock con tintes bailables y coros pegajosos, es una canción que es hija de su época. Este primer track comparte un poco el espíritu de canciones como St. Elmo´s fire (Man in motion) de John Parr. A la mitad de la canción se rompe con esa tonada y surge una música que pretende ser celta, y que es seguida del solo de guitarra de Gary Moore. Hacia el final de la rola llega la clásica parte donde la  voz queda a solas con la batería de fondo; algo destinado a hacer vibrar las presentaciones en vivo,  un poco de rock de estadio, que cede el paso a un cierre guitarrero.
Wild Frontier. 4:15
La canción que da titulo al disco, y eso compromete.  Inicia con la voz cantando las primeras líneas a medio pulmón sobre un riff seco.  Para cuando llega el coro, la tonada se torna más pop, más bailable. Después de esta calma el riff seco del principio vuelve a arremeter pero ahora se encuentra enmarcado por un bajo galopante, lo cual le da más cuerpo a la canción. Ya pasada la mitad de la canción aparece el clásico grito agudo que anuncia la llegada del solo, el cual es un poco metalero (en la onda del New Wave Of Brithish Metal) aunque sin la distorsión necesaria para serlo. Para retomar la canción, otra vez se recurre a la calma de la voz de Gary Moore acompañada por una guitarra que suena un poco tímida y lejana; la batería tiene ese sonido ochentero medio electrónico, quizás sea una de esas baterías hecha de paneles electrónicos en vez de cajas de percusión. La canción termina en un fade nada brusco, sino que poco a poco se va diluyendo. La canción no sale bien librada del compromiso de ser la que da título al álbum. Yo esperaría una canción más guitarrera, inclusive con un corte más country o sucio, debido a la estética del acetato. No es así, y eso es una lastima.
Take a Little time. 4:04
La más bailable del disco, apoyada en un bajo que invita a mover los pies, además de que el coro es sumamente pegajoso —igual podría haber sido firmado por Deff Leppard— Unos sintetizadores que sirven de puente entre una batería seca y una guitarra con un ritmo muy marcado, y entonces otra vez el truco de que a la mitad de la canción se detenga un poco el ritmo y quede la voz con la pura batería de fondo, para que entonces venga el canto del posible público.  En este track el solo de Moore no es tan rápido, pero igual tiene sus vaivenes por los trastes de la guitarra. Una rola totalmente “aplaudible” en el sentido de que podemos seguirla, de principio a fin, con las palmas. Puedo imaginarme a una mujer vestida con unos mallones rosa pastel y con el cabello totalmente encrispado, bailar al más puro estilo de Flashdance con Take a little time de fondo.

The Loner. 5:52
Inicia un poco intrigante, debido a un sintetizador que sostiene las notas y deja salir un zumbido que anuncia expectación. Una guitarra rompe con la quietud pero sigue en el mismo juego de sonar a stand by, en espera de… Arranca una batería que anuncia que la tónica bailable del disco se mantendrá, pero de repente entra a escena una guitarra al más puro estilo de Still got the blues, es decir una cuerdas que suena chillonamente electrificadas y que parecen haber sido grabadas en un cuarto totalmente vacio de cosas, pero rebosante de eco. La batería marca el ritmo con golpes monótonos una y otra vez, y el bajo suena bofo y espaciado. Golpe de batería, un lapso, y entonces el bajazo. La canción es instrumental y en partes es muy similar al gran éxito de Gary Moore, inclusive hay pedazos que de ser tocados de manera separada se podría decir que son parte de Still got the blues. De repente surge una tonadita de sintetizador bastante prescindible (ni ayuda, pero si incomoda) donde pareciera que el sintetizador quisiera sonar a marimba pero no pudiera. La guitarra sube y sube cada vez lamentándose más. Para la parte final de la canción el llorar de la guitarra es acompañado por unos etéreos gemidos de Moore que se desvanecen a causa del efecto doppler. Y así termina el lado A de Wild Frontier.




Lado B.
Friday on my mind. 4:12
Una tonada sintetizada, quizás demasiado porque a ratos arroja un sonido bubblegum.  Moore canta en un tono más agudo de lo que lo ha hecho en el otro lado del acetato, y aquí la guitarra está en segundo plano. Moore canta el coro … después un silencio y entonces va de nuez. Si David Bowie hubiera incluido esta canción en algún disco de su época ochentera (quizás en el Never let me down) y no en el Pin Ups, hubiera sonado un poco más como la versión de Gary Moore. Arribamos a la  mitad de la canción y la cosa solo empeora. El meddley está conformado por un terrible sintetizador que arroja un sonido gangoso, y por una batería que suena vieja y a destiempo, además de que la guitarra entra como mero pastiche. El lado B abre con más pena que gloria.
Por cierto, la canción es original del grupo Los Easybeats, y data del año 1967. Friday on my mind tendría se segundo aire de la mano de David Bowie, al incluirla en su disco de covers Pin-Ups. Aquí les dejo un video con la versión original.

Strangers in the darkness. 4:37
La guitarra se abre paso entre unos coros con mucho eco y un bajo elegante. Aquí Moore canta más relajado, casi susurrando y alargando las últimas palabras de las estrofas. Una vez mas el sintetizador hace acto de presencia. El titulo de la canción es cantado a manera de coro y  entonces de nuevo al sonido del principio. Ha estas alturas del Lp, la guitarra ya termina por enfadar con ese efecto chillonamente electrificado (estoy seguro que ese efecto o pedal tiene algún nombre, pero yo no lo se).  Strangers in the darkaness no termina de cuajar, se queda a medio camino entre ser una canción dura o una suave, esta rola tendría más sustancia en una voz más adecuada, como por ejemplo la de Pat Benattar. De hecho Strangers in the darkness  tiene mucho que ver con Love is a battlefield, en cuanto a sonido se refiere; esas baladas rock que no ofenden pero tampoco hacen sangrar.

Thunder rising. 5:40
Si unimos el nombre de la canción con la forma en la que inicia, entonces  la cosa promete. Y no decepciona, de hecho estamos ante la mejor canción del disco. Aquí la guitarra es contenida por un bajo preciso, entonces entra Moore cantando sobre una guitarra con un rasgueo muy marcado. El coro embona bien con la música, se escucha lo suficientemente duro y rápido como lo pide la música. En esta canción no hay pausas para alentar a los aplausos, ni espacios forzados donde ejercer el sing alone. Inclusive en el centro de la canción la tonada sigue siendo rápida y rasgada y Moore no suelta ese fraseo que termina en unos, bien entonados, gritos agudos. La santa trinidad del rock; guitarra batería y bajo, es manejada con pericia y es llevada a buen puerto. Con una letra medieval que habla sobre jóvenes caballeros recién llegados de la batalla y revestidos de gloria y dolor de la guerra, Thunder rising logra cautivar al escucha, y si bien el tufo a los ochentas sigue presente, este no es tan molesto como en tracks anteriores.
Johnny Boy. 3:11
¿Una flauta? ¿Un sintetizador como flauta? ¿Y un sonido como de mandolina? Si bien pedíamos algo diferente, no creo que esta haya sido la mejor opción. Gary Moore en un tono meloso. Una especie de parodia de la primera parte de Starway to heaven… pero sin mística. Es una de esas baladas donde hablan los vientos y el sol y las montañas nos traen recuerdos de amores pasados. Es difícil sacar una buena letra con esos tópicos y eso hay que reconocérselo a Gary Moore. Es uno de esos tracks finales que buscan romper con toda la dinámica del disco, el rarito del álbum, si bien Johny boy logra romper con el sonido de Wild Frontier, no lo hace de manera decorosa.

¿Qué si recomiendo el disco? La respuesta es NO. Como no conozco otro disco completo de Gary Moore no sabría decir si Wild Frontier es uno de sus puntos bajos o la cúspide de su carrera. Hablaré de lo que sí se.
Wild Frontier no se logra desprender de la etiqueta de ser un disco de los “ochentas” (como ya lo hice ver varias veces), y eso no lo digo como un halago, aun cuando hoy en día los ochentas estén de moda. Son muy pocos los tracks que yo salvaría del total de la placa: Thunder Rising antes que todos, y The Lonner por ser la que más suena al Gary Moore que conocemos la mayoría de los mortales, además de que la canción en sí misma (sin referencia a otra) me parece bien lograda. Over the hills and far away se quedaría con el tercer y último puesto, ya que abre el disco y logra marcar la pauta a seguir: guitarras con ese sonido electrificado, y una batería apegada a ritmos bailables. Este primer track habla por todo el disco, y quizás por eso la pusieron como apertura de Wild Frontier.
Que Gary Moore descanse en paz, y que su muerte sirva para que un público más amplio conozca su obra. Si se van a adentrar en la obra del autor de Still got the blues, sigan mi consejo: No tomen como punto de partida Wild Frontier.

Pero para que cada quien se forme su propia opinión, aquí les dejo Wild Frontier.